Ethan ya se estaba moviendo. «¡Detengan los trenes!», gritó, con su voz rompiendo el caos. El jefe de estación se detuvo a medio paso, luego levantó su bandera y la agitó como si su vida dependiera de ello. Su voz retumbó en la radio. «Parada de emergencia No se detengan, no se detengan»
Los frenos del tren chirriaron y saltaron chispas de los raíles cuando la enorme máquina se detuvo. Los pasajeros jadeaban, agarrados a sus bolsos, mirando por las ventanillas mientras el andén se convertía en un borrón de gritos y movimiento.