Abuela (72) da a luz. El médico le dice: «Se lo advertí», cuando vuelve con los resultados de las pruebas

A veces, Ashley fruncía el ceño y se fijaba en la sopa sin tocar o en la forma en que Tula se llevaba una mano a la cintura, fingiendo reírse de algo que decía Emily. Pero Tula no le daba importancia. La edad, insistía. Nada más. No era exactamente una mentira, pero tampoco era la verdad.

Cuando el dolor se hizo más profundo, tomó la silenciosa decisión de afrontarlo sola. Se dirigió a la farmacia de la esquina con piernas temblorosas y compró analgésicos sin receta, aferrándose al recibo como si fuera un secreto. Las pequeñas pastillas blancas prometían silencio temporal, y eso era todo lo que necesitaba por el momento.