En cuestión de minutos, el sonido de las sirenas de la policía llenó el barrio, un alivio para el corazón acelerado de Jason. Los agentes no tardaron en llegar y su presencia llenó de urgencia la antes tranquila calle. Jason observó desde una distancia segura cómo entraban en la casa, dispuestos a enfrentarse a Susan.
El enfrentamiento fue rápido pero intenso. Susan, sorprendida in fraganti, intentó explicar su presencia. «¡Estaba buscando pruebas!», exclamó, con la voz cargada de desesperación. «¡Pruebas de que no he hecho nada malo!»