Era Susan. La conmoción que le produjo su presencia hizo que corrientes eléctricas recorrieran su cuerpo, y el miedo le atenazó el pecho como una mordaza. ¿Por qué estaba Susan aquí? ¿Qué podría estar buscando? O peor aún, ¿intentaba ocultar algo? ¿Quizá ocultar pruebas de sus propias fechorías? A Jason se le aceleró el corazón y supo que tenía que actuar.
La determinación de Susan era inconfundible, su rostro una tumultuosa mezcla de ansiedad y determinación. Los papeles crujían suavemente y los cajones gemían al ceder a sus manos, creando un aura espeluznante en la habitación. Los sentidos de Jason se agudizaron, e incluso percibió en el aire un leve olor a la colonia de su difunto padre.