Pero Jenny no se detuvo ahí. Para reforzar su afirmación, se conectó a su correo electrónico en el teléfono y mostró a los agentes una serie de mensajes recientes. Había correos electrónicos de sus alumnos, con trabajos de historia y deberes, en los que se dirigían a ella como profesora. El rastro digital de comunicación ofrecía una imagen clara de su vida cotidiana como profesora, lo que corroboraba aún más su historia sobre el uso de los artefactos como material didáctico.
La combinación del vídeo y los correos electrónicos resultó convincente. Los agentes, visiblemente conmocionados por la revelación, intercambiaron miradas de consternación y arrepentimiento. El oficial superior, con una expresión más suave que antes, se dirigió a Jenny con tono de disculpa. «Srta. Jenny, lo sentimos», balbuceó. «Ahora está claro que se ha cometido un grave error»