«No hace falta» «Te vienes conmigo», dijo, su tono no dejaba lugar a discusiones. Agarró con fuerza el brazo de Jenny y tiró de ella hacia su coche patrulla. A Jenny le latía el corazón de miedo. Esto ya no era un simple malentendido; se estaba convirtiendo en una pesadilla.
¿Y ahora qué?», pensó Jenny con ansiedad. Ella forcejeó, tratando de liberarse de su agarre. «¿Qué estás haciendo? No puedes hacer esto Tengo derechos», gritó, con la voz llena de pánico y terror. Su mente se agitaba pensando en todas las historias que había oído sobre mala conducta policial y detenciones injustas.