Las manos de Henrik se movieron rápidamente sobre los controles, girando el timón y empujando el motor a plena potencia. Pero el barco no se movía, estaba atascado. «Vamos, chica», murmuró, apretando el acelerador. «No vas a bajar aquí»
Elías entró corriendo en la cabina, empapado y sin aliento. «No se mueve, pero no sé cuánto más aguantará» El barco emitió un profundo gemido. Entonces, un fuerte crujido vino del lado izquierdo, y todo el barco se sacudió.