Una vez convencido de que los sistemas del yate eran seguros, Ethan inició un meticuloso barrido de toda la embarcación. Se movió con urgencia, pero mantuvo un enfoque constante y metódico. Inspeccionó minuciosamente cada habitación para confirmar que no quedaba ningún peligro oculto ni ninguna amenaza adicional.
Ethan examinó todos los rincones, desde las lujosas suites hasta los alojamientos de la tripulación, asegurándose de que todas las puertas estuvieran cerradas y todos los posibles puntos de entrada protegidos. A medida que avanzaba por el yate, su atención permanecía inquebrantable.