Le escribió una carta que nunca pensó enviarle, dejando que la gratitud y la pena se derramaran sobre la página. No era un cierre, no del todo, pero se sentía como un primer paso hacia la aceptación de lo que siempre había sido cierto.
Una mañana tranquila, Adam salió a tomar el aire. La ciudad parecía diferente, más suave. Inhaló profundamente, dejando que el pasado finalmente aflojara sus garras. La curación llevaría tiempo, pero por primera vez en semanas, sintió la débil y frágil forma de un comienzo.