La terapia empezó lentamente, cada sesión iba quitando capas de negación que había construido para sobrevivir a la angustia. Se obligó a sentarse con los recuerdos que había enterrado, enfrentándose a los silenciosos dolores que había confundido con una distancia temporal.
Recogió las pertenencias sobrantes de Clara: el cepillo de dientes, las camisetas, el bote de champú a medio usar. Se dio cuenta de que eran simplemente cosas que a ella no le había importado llevarse. No tenían ningún significado oculto, ninguna pista.