Una pareja de ancianos deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Sus corazones se hundieron al día siguiente!

En los días siguientes, Robert y Natalie trabajaron juntos para recuperar la confianza. Ella asistía diligentemente a las sesiones de formación y los niños empezaban a adaptarse a la nueva rutina. Lenta pero inexorablemente, la tensión entre ellos empezó a disminuir, sustituida por la comprensión mutua.

Una noche, mientras el sol se ponía sobre su propiedad, Robert reflexionó sobre todo lo que había pasado con Julia. El dolor de la traición aún persistía, pero también la satisfacción de ver a una familia encontrar su equilibrio. «Este no es el final que esperaba», pensó, «pero quizá sea el que necesitábamos»