El silencio se hizo pesado y sofocante. Clara hundió la cabeza entre las manos y sus hombros se estremecieron por los sollozos silenciosos. Entonces la puerta se abrió con un chirrido. Emily volvió a entrar, con los ojos enrojecidos pero ardientes.
Se irguió, con voz firme, mientras miraba a Clara desde la pareja. «Siempre he querido saber de dónde vengo», dijo, cada palabra deliberadamente. «Y ahora lo sé. Pero oírlo no borra los últimos dieciocho años»