«Hace dieciocho años, te dejamos con alguien en quien confiábamos plenamente -nuestra niñera- mientras viajábamos al extranjero durante un mes. Cuando volvimos… la casa estaba vacía. Sin niño. Sin niñera. Nada» La mandíbula de su marido se tensó. «Buscamos por todas partes. Contratamos investigadores, suplicamos a las autoridades, gastamos todo lo que teníamos persiguiendo sombras.
Pensamos que te había secuestrado, que había huido del país. Pero por más que buscábamos, no estabas» Su voz se quebró en la última palabra. Emily retrocedió un paso y se llevó la mano a la boca. Sus ojos rebosaban confusión y dolor a la vez. «Necesito un segundo», susurró con voz ronca, antes de salir corriendo por la puerta principal.