Una enfermera adopta a un bebé abandonado que nadie quería. 18 años después, llora al descubrir por fin por qué

Clara se llevó una mano a la boca y un sollozo le desgarró la garganta. El alivio luchaba contra el terror. Alivio porque Emily nunca había sido abandonada, porque su vida había sido deseada desde el principio. El terror de que una verdad pudiera deshacer dieciocho años de amor en un instante.

Volvió a meter los papeles en el sobre y lo metió en la mochila cuando la puerta de la calle se cerró de golpe y se oyó la voz de Emily: «¡Adiós, mamá! Nos vemos esta noche» Clara contestó con un grito que ni siquiera sabía qué era, con los ojos clavados en la cartera.