Cuando conoció a su hermana recién nacida y gritó: «Ésa no es mi hermana», su padre empezó a cuestionárselo todo

Cuando por fin llegaron los resultados, James abrió el sobre con manos temblorosas. El papel que había dentro confirmaba lo que debería haber sabido desde el principio: el bebé era suyo. La diferencia en el color del pelo se debía simplemente a un gen recesivo, algo que ni él ni Susy habían previsto.

Sintió un gran alivio, seguido de una oleada de pesar. Miró a Susy, que estaba sentada en silencio, con expresión ilegible. «Lo siento», dijo en voz baja. «Debería haber confiado en ti» Los ojos de Susy se llenaron de lágrimas, pero asintió. «Los dos cometimos errores», admitió. «Sigamos adelante»