Cuando conoció a su hermana recién nacida y gritó: «Ésa no es mi hermana», su padre empezó a cuestionárselo todo

«No porque tenga algo que demostrar», dijo fríamente, «sino porque esto está perjudicando a Anna, y no voy a permitir que eso ocurra» James asintió, avergonzado por la situación pero desesperado por obtener respuestas. La espera de los resultados fue angustiosa.

Cada mirada intercambiada entre James y Susy estaba cargada de palabras no dichas. Anna parecía percibir la tensión y se aferraba a su padre más de lo habitual. «¿Es realmente mi hermana?», preguntó un día, con voz temblorosa. James la abrazó con fuerza. «Claro que sí»