Al día siguiente, mientras Susy dormía la siesta y Anna jugaba en el salón, James se puso a mirar viejas fotos familiares en su teléfono. Buscó cualquier indicio de rojo en su linaje, cualquier antepasado o pariente lejano que pudiera explicar la anomalía. Pero una foto tras otra mostraban los mismos tonos familiares de rubio y castaño.
«¿Papá?» La voz de Anna le sobresaltó y cerró rápidamente el teléfono. Estaba en la puerta, sujetando a Floppy por una oreja. «¿Estás mirando fotos mías?», preguntó, ladeando la cabeza con curiosidad. James forzó una sonrisa y acarició el sofá a su lado.