Cuando conoció a su hermana recién nacida y gritó: «Ésa no es mi hermana», su padre empezó a cuestionárselo todo

Sacudió la cabeza como si quisiera disipar físicamente aquel pensamiento. Susy nunca lo haría. No lo haría. La voz de Susy lo sacó de sus pensamientos. «¿Ya se ha dormido?», preguntó en voz baja, entrando en el cuarto de los niños, poco iluminado. Tenía la cara cansada, pero había suavidad en su mirada cuando observaba al bebé.

James asintió, acunando a su hija en brazos. «Se acaba de quedar dormida», dijo, con la voz apenas por encima de un susurro. Se levantó, llevó a la niña al moisés y la acostó con cuidado. Susy revoloteaba a su lado, rozándole ligeramente el brazo con la mano. «Es preciosa, ¿verdad?», murmuró.