Un vecino llamó a la puerta a las 5 de la mañana y le dijo: «Hoy no vayas a trabajar. Confía en mí» – Al mediodía, entendió por qué..

«No debes salir de este apartamento hasta el mediodía», dijo Calder, en voz baja pero firme. La certeza de su tono erizó la piel de Evan. ¿Mediodía? ¿Por qué exactamente a esa hora? Calder no dio ninguna explicación, sólo una mirada que parecía a la vez suplicante y autoritaria. Evan se sintió atrapado entre la obediencia y las ganas de huir.

Cuanto más hablaba Calder, mayor era el malestar de Evan. El anciano parecía bien informado, alerta y extrañamente preparado. Evan se preguntaba si Calder sólo estaba asustado o si se estaba desquiciando mentalmente. Otra posibilidad más oscura le asaltó: ¿y si Calder estaba intentando hacer daño de algún modo? Pero el porqué no tenía sentido.