Un vecino llamó a la puerta a las 5 de la mañana y le dijo: «Hoy no vayas a trabajar. Confía en mí» – Al mediodía, entendió por qué..

Cuando se deslizaron por una salida trasera hacia el estrecho callejón, Calder se detuvo, escudriñando la oscuridad con movimientos rápidos y precisos. Evan lo observó en silencio, desconcertado por lo práctico que parecía. Calder parecía saber exactamente lo que hacía y adónde iba.

Calder mantuvo agarrada la manga de Evan, guiándole con tranquila autoridad. «Quédate cerca. No te alejes. No creas que puedes escapar de ellos», murmuró. Sus palabras pretendían tranquilizar, pero dejaron a Evan sintiéndose atrapado y arrastrado por un hombre cuyas intenciones eran tan poco claras como siempre.