Calder añadió: «Llevan semanas vigilando este edificio. Lo saben todo sobre ti y la gente con la que trabajas» A Evan se le cortó la respiración. Quiso preguntar a qué se refería Calder, pero la mirada del anciano le instó a guardar silencio, como si aún no estuviera preparado para explicarlo todo.
Evan trató de procesar esta nueva realidad. Era un peón conveniente, una víctima secundaria en cualquier operación encubierta que se estuviera llevando a cabo aquí. La idea le mareaba. No podía creer que su vida, sencilla y ordinaria, tal y como la había conocido durante tanto tiempo, estuviera siendo derribada sin sentido.