Intentaba reírse de ello durante el día, pero la cicatriz siempre estaba ahí, presionando contra su ropa, susurrando desde debajo de las capas de cicatrización. Era como tener un secreto escrito en el cuerpo, uno que no recordaba haber aceptado y que nadie parecía dispuesto a reconocer.
Sus pensamientos se volvieron más oscuros. ¿Y si algo hubiera salido mal en la operación? ¿Y si la habían cortado dos veces y ahora lo estaban tapando? Recordó la expresión pálida del médico, el tartamudeo de su voz. No parecía sólo distanciamiento médico. Era miedo.