Tras la cesárea, notó una extraña cicatriz. Cuando preguntó al médico por ella, su rostro palideció

La voz de su padre se unió, más firme. «Estás cansada. Acabas de tener un bebé. No inventes fantasmas» Sus palabras goteaban desprecio, pero ella captó la vacilación en su pausa. Estaba ocultando algo. Colgó temblando, segura ahora de que la verdad vivía en lo que ellos se negaban a decir.

Aquella noche se quedó despierta con su diario, garabateando furiosamente. «Todo el mundo miente», escribió, con la mano dolorida por la fuerza del bolígrafo. «Esta cicatriz significa algo y voy a averiguarlo. No dejaré que me hagan callar» Las lágrimas emborronaron la tinta. Las preguntas sin respuesta se agolpaban, conduciéndola hacia una confrontación que ya no temía.