Tras la cesárea, notó una extraña cicatriz. Cuando preguntó al médico por ella, su rostro palideció

Decidida, solicitó su expediente médico completo directamente al departamento de registros. Semanas después llegó un sobre. Lo abrió en la mesa de la cocina y extendió las páginas. Eran delgadas y estaban incompletas. Pero cubrían sus vacunas básicas y enfermedades leves a lo largo de los años. Sin embargo, había lagunas, años enteros sin ningún registro.

Le temblaban los dedos al trazar la línea temporal que faltaba. Algunas visitas de la infancia que recordaba vívidamente, como los puntos de sutura en la rodilla tras una caída en el patio de recreo y una hospitalización por una gripe grave, no estaban. Ahora la omisión parecía deliberada, no accidental, como si alguien hubiera revisado su historia, eligiendo cuidadosamente lo que debía sobrevivir y lo que debía desaparecer.