Intentó contárselo a una amiga íntima, esperando que se aclarara. Mientras tomaba el té, le explicó todo con voz temblorosa. Su amiga frunció el ceño y le dijo en voz baja: «A lo mejor es que no te acuerdas. Los niños olvidan cosas. Quizá tus padres pensaron que no era importante» Pero la teoría no hizo más que aumentar su confusión. ¿Cómo podía olvidar una operación? ¿Cómo podían considerar que no era importante?
Aquella noche, su marido la encontró mirando de nuevo viejas fotografías. «Te estás torturando, Linda», le susurró, cogiendo al bebé en brazos. Pero ella negó con la cabeza. «No. Alguien me está mintiendo. Pero aún no sé quién» Su voz tenía un filo de acero que él no había oído antes.