Tras la cesárea, notó una extraña cicatriz. Cuando preguntó al médico por ella, su rostro palideció

Su marido suspiró cuando ella volvió a sacar el tema. «Te estás asustando», le dijo con suavidad, cogiendo al bebé en brazos. «Es sólo una cicatriz. Nada siniestro» Pero su suave rechazo volvió a profundizar su aislamiento. Para él, sólo era una marca. Para ella, era un enigma que había que resolver.

Los días se convirtieron en incesantes bucles de investigación. Buscó en foros médicos, tablones de anuncios y blogs anónimos. Algunos mensajes describían cicatrices inexplicables tras intervenciones quirúrgicas, que los médicos tachaban de «adherencias» o «estrías» Pero su cicatriz no coincidía. Tenía la precisión de un bisturí, de una mano deliberada.