Tras la cesárea, notó una extraña cicatriz. Cuando preguntó al médico por ella, su rostro palideció

Se prometió a sí misma que no se detendría. Si los archivos del hospital y los registros del seguro no le daban respuestas, investigaría más a fondo. En algún lugar, oculta entre los pliegues de una historia olvidada, le esperaba la historia de la cicatriz. Y tenía la intención de encontrarla, revelara lo que revelara.

Linda sacó una caja de zapatos con fotografías impresas de su adolescencia y hojeó imágenes de playas y fiestas en la piscina. En cada una de ellas escudriñaba su abdomen. Piel lisa, sin arrugas. La ausencia de cualquier cosa le escocía como una nueva evidencia. La cicatriz no era un truco de la memoria: era innegablemente nueva.