Tras la cesárea, notó una extraña cicatriz. Cuando preguntó al médico por ella, su rostro palideció

Su marido seguía sin estar convencido. «Estás pensando demasiado, Linda», le dijo mientras ajustaba la manta del bebé. «Te acaban de operar. Por supuesto, sentirás punzadas extrañas» Hablaba con la serena certeza de alguien que quisiera que el problema desapareciera, pero sus palabras sólo ahondaron en la sensación de ella de que nadie la escuchaba.

Intentó aceptar su lógica y acallar sus inquietos pensamientos. Pero la sensación no desaparecía. A veces ardía tenuemente, otras se sentía pesada, como si algo extraño la oprimiera desde dentro. Ningún consuelo podía borrar la verdad que le susurraba su cuerpo.