El ancla hablaba de los misteriosos orígenes del collar, de cómo ningún joyero vivo afirmaba haberlo fabricado. Algunos lo consideraban una reliquia de la realeza perdida, otros un milagro del arte olvidado. El colgante, decían, tenía más preguntas que respuestas. Mara no había tenido tiempo de asimilarlo todo, pero sentía una extraña opresión en el pecho.
Se quedó helada, con el mundo exterior reducido a la lluvia sobre los cristales y el resplandor del televisor. No podía ser una coincidencia, no con algo tan raro. Un recuerdo se agitó en los bordes de su mente, pero lo apartó. No quería pensar dónde lo había visto por última vez.