Un hombre desaparece durante 40 años hasta que una mujer compra un viejo coche usado

Con manos temblorosas, Margaret deslizó la nota. La escritura era nítida, apresurada. «Nos vamos pronto. No me esperes levantada. D, 3 de marzo de 1985» Eso era todo. No había nombre ni explicación. Sólo esa línea, un susurro dejado atrás para alguien que nunca lo encontró.

Margaret levantó el bote de película y la nota doblada con dedos cuidadosos. Ken se cruzó de brazos. «¿Quieres que avise? ¿A la policía, quizá? Podría no ser nada, podrían ser problemas» Margaret dudó, luego sacudió la cabeza rápidamente. «No… nada de policía. Lo guardaré por ahora»