Un hombre desaparece durante 40 años hasta que una mujer compra un viejo coche usado

Al firmar los papeles, se le hundió el estómago. Debería haber sentido triunfo, pero en su lugar sintió pavor. ¿Y si sólo le daba problemas sin fin? ¿Y si acababa de malgastar un dinero del que no podía prescindir? Tocó la ventanilla del coche, miró el salpicadero agrietado y susurró: «Dios, ¿qué he hecho?»

En el interior olía a lo que esperaba: tapicería vieja, polvo, algo metálico y tal vez un leve rastro de algo más que no podía localizar, al fin y al cabo era un coche viejo. Los asientos estaban rajados, faltaba la radio y el cuentakilómetros marcaba más de trescientos mil kilómetros. Pero ella quería creer que tenía potencial.