Margaret enhebró la película en el lector, entrecerrando los ojos mientras los titulares parpadeaban en la pantalla. 12 de marzo de 1985: «Joven desaparecido tras una noche de juerga» 20 de marzo: «La policía amplía la búsqueda a las orillas del río» 3 de abril: «Sin pistas en el caso Armitage; la familia suplica…» Todos los artículos contenían la misma incertidumbre.
Volvió a buscar en Internet hasta que se le nublaron los ojos, pero aparte de viejos recortes y tablones de mensajes medio muertos, no había gran cosa. La gente había especulado sin parar: asesinato, deudas, una aventura que salió mal. Las teorías se convirtieron en folclore.