Se quedó mirando los artículos, con el pulso acelerado. ¿Qué significaba? Parecía que el coche era suyo. ¿O podía ser que otra persona hubiera escondido sus pertenencias dentro? Su mente se llenó de posibilidades, tanto oscuras como mundanas. El misterio le parecía tangible, como polvo en los dedos, imposible de ignorar.
Indagó más a fondo, haciendo clic en enlaces de archivos, y luego se dirigió a la biblioteca local cuando se agotaron los recortes gratuitos de Internet. La bibliotecaria, la señora Hanley, enarcó una ceja cuando Margaret preguntó por los registros de periódicos de 1985.