Mientras luchaba por ponerse en pie, un sonido lejano rompió el opresivo silencio. Un sonido débil y familiar, un suave pitido transportado por el viento. A Jorge le dio un vuelco el corazón. ¡Un trueno! Estaba cerca. Después de todo, no estaba perdido
El sonido era débil, apenas audible entre el susurro de las hojas, pero bastó para despertar una oleada de esperanza en Jorge. Se giró hacia la dirección del sonido y empezó a moverse tan rápido como le permitían sus doloridas piernas, con el corazón latiéndole con fuerza.