Un granjero encuentra a un caballo desaparecido 8 meses después; cuando se acerca, un escalofrío recorre su espalda

«¡Trueno!», gritó, y su voz resonó entre los árboles. El silencio respondió. Ni siquiera el susurro de las hojas respondió a su grito. A Jorge se le aceleró el pulso cuando el bosque pareció cerrarse a su alrededor. ¿Eran imaginaciones suyas, o los árboles se estaban acercando, apiñándose a su alrededor?

Caminó unos pasos más, gritando de nuevo el nombre de Trueno, pero su voz empezaba a quebrarse por la frustración. Las sombras se alargaban con cada minuto que pasaba. La noche parecía profundizarse y la única luz provenía de la pálida astilla de luna que intentaba asomarse a través del espeso dosel de ramas en lo alto.