Tras la traumática experiencia, Heather y Sam se centraron primero en reparar su casa y volver a poner sus vidas en orden. Fue una tarea ingente, entre arreglar los daños estructurales, reponer las pertenencias destruidas y mejorar la seguridad. Pero lo afrontaron juntos, apoyándose el uno en el otro en los momentos más frustrantes.
Poco a poco, su casa volvió a sentirse como un hogar, recuperando su belleza y santidad de antaño. Cuando se calmó el caos, por fin se fueron de su esperada luna de miel a Hawai. Esta vez dejaron a Daniel con los padres de Heather, que estuvieron encantados de ayudarles.