Irrumpieron por la maltrecha puerta principal y la encontraron recogiendo objetos de valor, tranquila y serena. Al verlos, Jackie se quedó paralizada y su máscara de inocencia se rompió para siempre. Jackie se quedó boquiabierta cuando Sam y Heather se enfrentaron a ella. Antes de que pudiera pronunciar una palabra, Sam había llamado al 911.
A los pocos minutos de la llamada de Sam al 911, las sirenas de la policía atravesaron el tranquilo vecindario mientras varios coches patrulla bajaban a toda velocidad por la calle. Las luces rojas y azules parpadeaban intensamente cuando los vehículos se detuvieron en el camino de entrada. Salieron cuatro agentes uniformados, con las manos preparadas en las fundas mientras se acercaban cautelosamente a la puerta principal. Sam les hizo pasar y les explicó rápidamente la situación. Con las armas desenfundadas, los policías recorrieron la casa saqueada, despejando cada habitación metódicamente.