«No contestes», imploró Heather, con voz temblorosa. La mirada de Sam se fijó en el teléfono que vibraba. «¡Pero si no lo hago, nunca averiguaremos lo que está planeando!», contraatacó, su propia voz traicionando sus nervios. Heather le miró a los ojos; tenía razón. Ella también estaba desesperada por obtener respuestas, y esta llamada podría ofrecérselas. Tras un momento de tensión, cedió: «De acuerdo, adelante» Sam cogió la llamada vacilante.
Con manos temblorosas, Sam contestó la llamada. Inmediatamente, el sonido de los sollozos angustiados de Jackie llenó la línea. «¡Sam… es horrible!», gritó entre jadeos. «Alguien ha entrado… ¡la casa está destrozada!». Sam y Heather intercambiaron miradas de asombro. A primera vista, Jackie parecía completamente frenética y aterrorizada. Pero al haber presenciado su destrucción de primera mano, sabían que su histeria era una actuación.