Crié a mis nietos mientras sus padres trabajaban, pero un día desaparecieron sin decir palabra

Las familias discutían, pasaban por fases, perdían el ritmo. Pero eso no significaba que el amor hubiera desaparecido. Decidió hacer lo que siempre hacía cuando le fallaban las palabras: cocinar. Se acercaba el cumpleaños de Jake y quería que fuera perfecto. Nada lujoso, sólo cálido y familiar, el tipo de día que los niños recordarían.

Pasó la mañana del sábado en el mercado, tarareando para sí misma mientras elegía fresas, nata fresca y virutas de chocolate. A Emma le encantaban las primeras, a Jake las últimas. Para Lisa compró zumo de naranja y un pequeño ramo de tulipanes amarillos. Por la tarde, la casa estaba llena de movimiento.