Crié a mis nietos mientras sus padres trabajaban, pero un día desaparecieron sin decir palabra

Los días siguientes se sucedieron los mensajes a medias, ninguno más largo que una o dos líneas. Cuando Lisa hablaba con ella en persona, se mostraba educada pero distraída, con los ojos desviados hacia su teléfono en mitad de la conversación. Helen empezó a preguntarse si había hecho algo mal, si tal vez había dicho algo descuidado o había sonado demasiado crítica la última vez que hablaron.

Esa incertidumbre la acompañó durante la noche, mucho después de que se apagaran las luces. No podía decir qué había cambiado, sólo que había cambiado. Y por primera vez en años, la estabilidad en torno a la que había construido su vida empezó a parecerle frágil. El fin de semana, Helen se había convencido de que las cosas se arreglarían.