El casero del infierno intentó desahuciar a una mujer de 27 años, pero el karma llamó a su puerta

Stacey se permitió una pequeña sonrisa victoriosa, saboreando la expresión de incredulidad en sus ojos. Su confianza, su engreída seguridad, se habían desvanecido por completo, sustituidas por una cruda realidad: había sido superado. Ella lo había descubierto y había jugado mejor.

Le sostuvo la mirada un momento más, saboreando la victoria que tanto le había costado conseguir. El apartamento era suyo, real y completamente. Se dio la vuelta y sintió una oleada de orgullo. Había luchado por su santuario y por fin sus esfuerzos habían merecido la pena.