Su gatito es raptado por algo que se esconde en el bosque, pero el vecindario no sabía que era un peligro para todos

No miró atrás. No podía mirar atrás. No sabía dónde estaba Caleb. Si estaba a salvo. Si el león se había dado la vuelta. Pero corrió como si su vida dependiera de ello. Porque así era. Atravesó la arboleda y sus pies se estrellaron contra la hierba de detrás de la casa de Kevin.

Le fallaron las rodillas. Se desplomó en el suelo, jadeando, con los gatitos aún en sus brazos. La gente salió corriendo del porche. Lisa se quedó mirando la arboleda, con los pulmones aún agitados y el corazón latiéndole más fuerte que las voces a su alrededor. El mundo daba vueltas.