¡No pudo soportarlo más! ¡Mira cómo este hombre le dio una lección a un niño que pateaba el asiento y a su madre!

Daniel sonrió. No amistosa. Ni fría. Sólo… neutral. «Oye, campeón», dijo suavemente, «realmente necesito que dejes de patear mi asiento. ¿De acuerdo?» El chico levantó la vista. Parpadeó. No contestó. Daniel esperó un momento. Luego añadió: «Probablemente no te des cuenta, pero me sacude el asiento cada vez. Hace que sea difícil relajarse»

Seguía sin responder. Sólo un leve movimiento de los labios del chico, algo entre la confusión y la diversión. Daniel le sostuvo la mirada durante un segundo, luego asintió con la cabeza y dio media vuelta. El tren se balanceó suavemente en una curva. Al otro lado de la ventanilla, la silueta gris de una ciudad se deslizaba entre tejados, tendidos eléctricos y árboles sin hojas.