La campaña no tardó en ganar adeptos. Talleres comunitarios, presentaciones en colegios y seminarios públicos empezaron a remodelar la actitud de la ciudad hacia la ayuda a los necesitados. A medida que la gente se involucraba en la historia de Joe, el mensaje de empatía y responsabilidad resonaba profundamente.
La iniciativa suscitó debates significativos sobre el papel colectivo que cada individuo desempeña en la comunidad. El público empezó a verse a sí mismo no sólo como observador pasivo, sino como participante activo en el fomento de una sociedad compasiva.