En las semanas siguientes al incidente, Joe se recuperó notablemente. Recuperó la salud física, pero el impacto emocional y psicológico de la experiencia fue profundo. Sintió una abrumadora gratitud hacia Sophia y las pocas personas que se habían tomado la molestia de ayudarle cuando más lo necesitaba.
Este sentimiento de gratitud se transformó rápidamente en una misión personal. Joe se comprometió a utilizar su experiencia como catalizador del cambio, abogando por una mayor concienciación sobre el efecto espectador y la importancia crítica de la participación de la comunidad en tiempos de crisis.