A cada paso, Sophia sentía un renovado propósito. Los acontecimientos del día habían sido un recordatorio conmovedor de las responsabilidades que tenemos los unos con los otros, del impacto de nuestras decisiones y del valor de defender a los necesitados.
Mientras caminaba hacia su casa, la luz del día parecía reflejar su estado de ánimo contemplativo, proyectando largas sombras que se extendían por el pavimento, un reflejo simbólico del profundo viaje que había emprendido esa tarde.