Cuando llegaron los paramédicos, su presencia trajo una oleada de esperanza a la multitud congregada. Con gran eficacia, se apresuraron a evaluar el estado de Joe. El paramédico jefe, un profesional experimentado y tranquilo, empezó a examinar a Joe de inmediato.
Comprobó sus constantes vitales, escuchando atentamente sus latidos y midiendo su respiración. El segundo paramédico preparó rápidamente una dosis de glucosa, un paso vital para tratar la aparente crisis hipoglucémica de Joe. Los movimientos del equipo eran precisos y concentrados, y cada acción contribuía a estabilizar el estado crítico de Joe.