Las últimas palabras de su marido fueron «Lo siento. Ya lo verás» Ella no esperaba lo que vino después..

Las lágrimas le nublaron la vista. Bajo la carta había documentos que confirmaban un fondo fiduciario a su nombre, cuentas cuidadosamente alimentadas durante décadas. La enorme suma la dejó atónita. Daniel, que siempre había afirmado tener medios modestos, había creado una seguridad oculta para ella, un legado disimulado en secreto.

Le temblaron las manos al hojear los papeles. Todos los libros de contabilidad lo confirmaban: Daniel había estado construyendo esto durante años, lenta y constantemente. Aunque ella creía que su vida era modesta, él lo había estado planeando en silencio, protegiéndola tanto de la carga como de la tentación de gastarlo.