Las últimas palabras de su marido fueron «Lo siento. Ya lo verás» Ella no esperaba lo que vino después..

Finalmente, la desesperación la empujó de nuevo al despacho del señor Carver. Exigió respuestas, con la voz quebrada. El abogado se limitó a ajustarse las gafas. «Sra. Hale, paciencia. Su marido dejó instrucciones específicas. Todo se revelará pronto, pero no antes de tiempo» Maggie estuvo a punto de gritar, pero contuvo su furia.

Abandonó el despacho y apretó la carpeta contra su pecho, con la respiración agitada. Había llegado al límite. Fuera lo que fuera lo que Daniel había escondido, ella lo descubriría. No más sobres, no más retrasos. Estaba preparada para la traición, para la ruina, para cualquier cosa menos esta tortura interminable.