Dentro, el aire desprendía un ligero olor a antiséptico y a flores marchitas. La recepcionista levantó la vista con educada confusión cuando él se acercó. Ethan sacó el teléfono del bolsillo y mostró la foto de Lina. «Por favor… esta es mi mujer. Ha desaparecido y tiene a nuestro recién nacido, de apenas unas horas»
Su voz se quebró, suplicando más allá del orgullo. «Creo que ha estado visitando a alguien aquí. ¿Podría decirme a quién? Sé que tiene normas de confidencialidad, pero se lo ruego -como marido, como padre-, por favor» Cada músculo de su cuerpo se tensó mientras esperaba su respuesta.